1 de septiembre de 2011

Tenían razón, mis amantes en eso de que antes el malo era yo. Con una excepción, esta vez, yo quería quererla querer, ella no. Así que se fue, me dejó el corazón en los huesos y yo de rodillas. Desde el taxi, y haciendo un exceso, me tiró dos besos, uno por mejilla. Y regresé, a la maldición del cajón sin su ropa, a la perdición de los bares de copas, a las cenicientas de saldo y esquina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario